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En la nueva etapa de la industria automotriz, ¿qué se necesita para que México siga estando en el Top 10 a nivel mundial?

Gracias al desarrollo de la industria automotriz durante los últimos 30 años, hoy en día nuestro país es el séptimo productor y cuarto exportador mundial de vehículos; asimismo, es el principal proveedor tanto de autopartes como de vehículos de Estados Unidos y cuarto productor mundial de autopartes. Este crecimiento fue impulsado por la firma del entonces TLCAN, y por la modernización que derivó en el actual TMEC.

Es un hecho que el mundo está cambiando de forma acelerada, y que la industria debe evolucionar para adaptarse a las nuevas realidades sociales globales, que van transformando las exigencias y necesidades de los consumidores.

En todo el planeta estamos enfrentando desafíos ambientales y energéticos sin precedentes por lo que a todos nos corresponde actuar para crear un mejor futuro para las futuras generaciones.

En este contexto, la electromovilidad se posiciona como una opción relevante para atender esta agenda prioritaria, tanto para nuestra industria como para el país.

Con la firma del Acuerdo de París, el gobierno mexicano se comprometió, a nivel internacional, a la descarbonización para el año 2050. Desde la industria automotriz en México, estamos decididos a seguir contribuyendo a la reducción de emisiones y a la neutralidad de carbono, lo cual es también una prioridad de las empresas afiliadas a la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA).

En este contexto, la AMIA encomendó a la prestigiada consultora internacional Frost & Sullivan la elaboración del estudio Recomendaciones para una Política Nacional de Electromovilidad en México, para tener una visión experta y neutral sobre los retos actuales y futuros que tendremos que hacer frente para lograr con éxito la histórica transición hacia la electromovilidad, tomando como base las mejores prácticas internacionales.

El objetivo es sencillo: asegurar las condiciones para mantener el liderazgo automotriz de México a nivel regional y global en esta nueva etapa de la industria, así como para cumplir con la agenda internacional en materia de medio ambiente, y fortalecer el rol clave de nuestro país en las cadenas globales de suministro para vehículos electrificados.

Conscientes de la importancia del proceso global de transformación de nuestro sector, el estudio comisionado consistió en:

  • Análisis exhaustivo de la manufactura de vehículos híbridos y eléctricos.
  • Análisis del mercado mexicano que incluyó a los clientes actuales y potenciales a fin de identificar las necesidades, preferencias y expectativas.
  • Revisión detallada del estado actual de la infraestructura de carga.
  • Comparativo internacional de buenas prácticas y casos de éxito.

Al final, se obtuvieron una serie de recomendaciones para la elaboración de una política nacional de electromovilidad, que precisa de una estrategia conjunta que contemple los siguientes objetivos primordiales:

  1. Incentivos a la producción y al consumo.
  2. Disponibilidad de energías limpias suficientes y asequibles.
  3. Desarrollo de infraestructura de carga a nivel nacional.

El desarrollo de la electromovilidad tiene distintas etapas que requieren de acciones coordinadas, de un marco regulatorio que cuente con un esquema robusto de promoción e incentivos que permita a las empresas invertir en nuevas plantas de producción, o en la reconversión y expansión de las actuales, y de condiciones de infraestructura de la mano de energías limpias y renovables.

Ante esto, el estudio alinea tres ejes estratégicos que debe considerar la política:

  • Operación de la manufactura de estos vehículos.
  • Adopción del mercado de vehículos híbridos y eléctricos.
  • Ampliación de la infraestructura de carga.

Sólo con una política nacional de electromovilidad que contemple estos ejes, podremos mantener el liderazgo regional y global; incrementar el número y la calidad de los empleos que genera el sector automotriz en la economía mexicana; y, profundizar en la integración de la cadena de suministro regional, aprovechando las diferentes medidas de impulso en América del Norte, para consolidarnos como la región líder a nivel global en estas nuevas tecnologías.

Tener una visión integral de largo alcance con estas características, redundará en una expansión de las contribuciones que ya tiene la industria automotriz en el entorno económico y social de México.

Por otro lado, la investigación presenta datos relevantes sobre el impacto positivo de contar con una política nacional de electromovilidad. Por ejemplo, estima que teniendo los estímulos adecuados, se dejarían de emitir 26.2 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) entre 2016 y 2030 con la adopción efectiva de los vehículos electrificados; es decir 66% más o 10.4 millones de toneladas de CO2 adicionales que si no existiera una política integral.

Adicionalmente, con las medidas óptimas, se podría alcanzar una penetración de las unidades electrificadas de hasta 39% del total de los vehículos ligeros en México para 2030, contra sólo 19% en caso de no desarrollar una política nacional adecuada.

En la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, estamos convencidos de que una política integral en la que vayamos de la mano gobierno, academia e industria, permitirá materializar la transición a la electromovilidad de forma ordenada y exitosa, incorporando de manera efectiva todas las actividades económicas vinculadas a nuestro sector, beneficiando así al país y a las familias mexicanas.

Por eso reiteramos el compromiso de nuestros asociados de seguir trabajando en tecnologías de energías limpias para transitar a la electromovilidad.

Nuestro principal interés es contribuir a que México, y toda nuestra sociedad, tengamos un mejor futuro, más sano, más limpio, más próspero, más moderno. México está en una posición inmejorable para ser líder mundial en electromovilidad. Trabajemos juntos para lograr que así sea.

Conoce el estudio en www.amia.com.mx/electromovilidad

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Un cambio en nuestro enfoque acerca del nearshoring


Ing. Salvador Portillo

presidente de la Comisión de Nearshoring en CONCAMIN, Presidente de CANAME

En un contexto global donde la única constante ha sido el cambio, estamos ante un concepto de relocalización distinto al que habíamos visualizado hace unos meses. A principios de 2024 esperábamos que el efecto “nearshoring” trajera consigo una fuerte ola de nuevas inversiones extranjeras, con una notable concentración de capitales asiáticos.

A junio de 2024, México ha recibido 31,096 millones de dólares en IED, una cifra cercana a los 36,282 millones obtenidos en todo 2023. Sin embargo, el panorama cambia cuando se analiza la proporción de nuevas inversiones, ya que en 2024 estas suman apenas 909 millones de dólares, en contraste con los 5,023 millones del año anterior. Aunque para ambos ejercicios la mayoría de la IED proviene de reinversiones, parte de este capital puede estar ligado a la expansión de procesos productivos que, de no ser por la tendencia de la relocalización, podrían haberse trasladado a otros países.

Lejos de ser una señal negativa, las proyecciones de la Secretaría de Economía para 2024 anticipan una inversión extranjera directa superior a los 45 mil millones de dólares, lo que refleja un escenario optimista pero factible, y que representa una opción clara para impulsar el crecimiento y consolidar la confianza de los inversionistas en México como un destino competitivo y atractivo.

Los resultados son tangibles y latentes hoy en día. En 2023, México logró desbancar a China como el principal proveedor de bienes de Estados Unidos, poniendo fin a 16 años de liderazgo chino. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos crecieron 4.6% en 2023, alcanzando un valor récord de 475,607 millones de dólares, mientras que las importaciones estadounidenses originarias de China se redujeron significativamente, cayendo 20.3%

Este fenómeno ha consolidado a México como el mayor socio comercial de Estados Unidos, con 15.4% de participación en las importaciones totales de ese país, comparado con 13.9% de China.

Con este breve análisis, considero que es nuestro deber hacer una reflexión importante: los inversionistas y empresarios que ya tienen operaciones en nuestro país continúan confiando en su potencial; asimismo, tenemos un área de oportunidad aún por impulsar y es la de poder traer esos capitales y tecnologías asiáticas a México.

Así, nuestros esfuerzos de política industrial deben dirigirse en dos sentidos prioritarios:

  • Proteger el mercado mexicano y fomentar la integración de nuestros industriales en las cadenas globales de valor, sin hacer distinción del origen de su capital.
  • Buscar acercamientos con inversionistas extranjeros con la capacidad de migrar procesos productivos de alto valor, como la industria eléctrica, automotriz (incluida la electromovilidad), de dispositivos médicos, de semiconductores, entre otras.

Con estos dos objetivos en mente, podemos afrontar el reto, y hacer que las cifras históricas de IED se reflejen en resultados igualmente históricos de crecimiento económico.

Oportunidades de la relocalización para 2030

Algunas de las oportunidades que hemos analizado y que pueden materializarse si aprovechamos de manera correcta la tendencia de la relocalización son:

  • 1.5% – 2.5% de incremento adicional anual del PIB.
  • 15% – 30% de aumento en la productividad del país.
  • Registro de 60 a 70 mil millones de dólares de Inversión Extranjera Directa por nuevas empresas que se relocalizan en el país.
  • Generación de 300 mil empleos de forma anual.
  • 400 mil millones de dólares en exportaciones adicionales de manera anual (en la actualidad exportamos alrededor de 600 mil millones de dólares al año).
  • 5% de incremento anual en las exportaciones manufactureras.

10 Retos de la relocalización en México

Un sector eléctrico robusto: la clave para el crecimiento

El sector eléctrico es uno de los pilares esenciales de la economía, y el futuro de la industria mexicana radica en su confiabilidad y resiliencia. Su importancia se debe no sólo por su contribución directa a la economía, sino también por su papel clave para sostener la producción a nivel nacional y el desarrollo de nuevas opciones de inversión.

La energía eléctrica se ha convertido en el mayor de los retos por sortear y me permito reiterar que no es un desafío menor: se requieren al menos 3,750 millones de dólares de inversión para satisfacer la demanda eléctrica necesaria para crecer 1% del PIB nacional.

Para maximizar estas oportunidades, es necesario ampliar y mejorar la infraestructura eléctrica, en particular, la Red Nacional de Transmisión y las Redes Generales de Distribución, ya que existen regiones que aún no están preparadas para soportar la creciente demanda de energía, como la zona del bajío o el noroeste del país.

México necesita garantizar un suministro eléctrico que sea suficiente, asequible, competitivo, sostenible y de alta calidad para atender los requerimientos de la industria y el consumo general.

El papel del gobierno y la industria

El gobierno mexicano y el sector privado deben trabajar en conjunto para crear un ambiente propicio que permita aprovechar el potencial de la relocalización. En este sentido el plan sigue siendo el mismo: un plan nacional de relocalización elaborado en colaboración gobierno-industria-academia; asociaciones público-privadas para hacer atender las necesidades de infraestructura, e incentivos fiscales para las regiones con mayores retos para su crecimiento. Estas son algunas de las acciones necesarias para consolidar a México como un destino atractivo para la inversión​.

En conclusión, la relocalización sigue siendo una estrategia clave para el desarrollo económico de México, pero su éxito dependerá de nuestra capacidad para adaptarnos y aprovechar las oportunidades que presenta. Si bien las cifras de nuevas inversiones no han alcanzado el nivel esperado, es evidente que la confianza de los inversionistas ya establecidos en México sigue siendo sólida. Esta confianza es un testimonio de las ventajas competitivas que ofrece nuestro país, especialmente en sectores clave como el automotriz.

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